domingo, 20 de marzo de 2011

La forma mas rara de arreglar una pelea cotidiana

Abrí los ojos, la boca pastosa y las fragancias de mi cuarto me hicieron reaccionar que había dejado de soñar... ¿Había dejado de soñar?
Me encuentro a mi mamá en la cocina, su cara de amanecida choca con la mía. El "buen día" desapareció o por lo menos hoy está ausente, mejor dicho el "buen día" es leyenda urbana en esta casa inundada por el mal humor y las peleas cotidianas. Tomo un café y ahí en la mesa veo el sobre con la plata y un centenar de boletas de servicios varios para ir a pagar. Me preparo sin mucho mas que lavarme los dientes y volver a renegar de la puta mancha de pasta dental que se estrelló contra mi remera cuando tosí.

Salgo de casa, me pongo unos lentes de sol para tratar de no cruzar miradas con nadie o poder observar con mas atención sin que nadie piense que lo estoy mirando de alguna forma perversa. Ya en el centro, empiezo a caminar... es temprano y se empiezan a ver los primeros peones y esclavos del sistema deambular por las calles sucias. En la misma vereda que yo, pero de frente viene caminando una persona de remera y pantalones cortos gorda, alta, robusta y bastante perdida. "Que simio de mierda, ¿no tendrá frío?" pienso por adentro y río, como la mayoría de esas personas que andan por ahí caminando y se acuerdan de algo lindo y sonríen sin poder evitarlo.

El tipo se levanta la remera, dejando al descubierto de todos los caminante una panza gigante, morena y bastante plagada de pelos y granos. Muchas pensamientos chocan en mi cabeza, jamás podría hacer algo así en publico, de hecho suelo pasar desapercibido o eso era lo que yo creía.
No puedo evitar mirar esa panza, es asquerosa y yo soy morboso. Me estoy poniendo a prueba internamente, quiero ver hasta donde puedo aguantar. Como lo hago la mayoría de las veces que estoy en internet y recibo videos bastante bizarros y sin filtros. Los que pasan cerca no se cohíben de poner su mejor cara de asco y El Simio grita "¡Que calor la puta madre!".
Ocurrió lo peor que puede pasar en un día de esos en los que no querés ser mas que un ente o por lo menos ponerte ausente del mundo. El gordo se percata de que le miré la panza y yo no me percato de que tenía la mejor cara de asco de todos los caminantes, en un concurso de hacer caras que nacen por ver algo desagradable me hubiesen dado el mejor premio.
Me mira y se acerca... pude observar varias cicatrices, dientes color madera y una ceja que empieza en la parte superior de su ojo derecho y va hasta la parte superior de su ojo izquierdo. Me dice "¿Que mirás pelotudo, pedazo de trolo?" y su frase no solo me provocó una risa por dentro, sino también algo parecido a nauseas que no son nauseas... creo que es el sentimiento de asco mas puro que sentí alguna vez. El tipo siguió caminando y yo me quedé paralizado, tratando de disipar en vano ese rejunte de olores que salieron de su boca.

Con las cuentas pagas y un pie mojado que fue producto de haber pisado una baldoza mal colocada, me cruzo con un tipo pelado, de mi estatura y vestido de traje que me mira desde los ojos hasta los pies sin detener la marcha de su caminata. En ese momento estallé como para gritarle "¿Que mirás, pelotudo?" y cuando me doy vuelta lo veo parado, paralizado y sin parar de mirarme. No me salió la frase que tenía destinada para él, en cambio, me traicionaron los nervios y lo único que puede hacer fue sonreír a medias para demostrarle que me tomaba con humor el hecho de tener un pie húmedo y empapado con agua podrida. La poca distancia que nos separaba sirvió para demostrarme que él también estaba sonriendo y dejó al descubierto una dentadura amarillenta, compuesta de pequeños y puntiagudos dientes como los de un tiburón en miniatura. Sus arrugas en toda la cara, las mismas que se manifestaron con su sonrisa, lo delataron. Supuse al instante que el tipo tenía mas de 40 años .

Empecé a caminar totalmente nervioso. "¿Por qué se ríe?, lo único que falta es que me siga" me decía casi en susurros, y maldita sea la hora en que pronuncié eso. Volví a girar y tenía al pelado muy cerca y sonriendo. Caminar más rápido sin correr o correr y que me corran eran las dos cosas en las que podía pensar o quizás esos pensamientos eran producto de mi paranoia. El corazón me latía fuerte.
Llegué a la estación de trenes, el pelado a una distancia considerable me miraba y ya era todo explicito. Siempre me había reído de cuando algunas minas me contaban que por Buenos Aires está lleno de viejos que andan buscando consumar sus fantasías con pendejas o buscando sexo casual. Pero... yo soy un tipo y él no anda buscando minitas. Deducir esto me lleno de sensaciones raras y todavía me persigue la imagen del pelado, parado en la puerta del baño de la estación y haciéndome señas con la cabeza y las manos para que entre a ese baño mugriento.
Ese día llegue a casa y ya no me acordaba que había pasado con mi mamá, porqué habíamos peleado, sentir un abrazo de ella fue lo necesario para revertir las sensaciones de asco y vulnerabilidad que me habían llenado desde los pies a la cabeza.

7 comentarios:

  1. La selva de concreto es una selva de verdad. No siempre es malo lo que te cruzas -es decir no siempre vivimos rodeados de depredadores- pero a veces la gente pierde el filtro. No los defiendo, los compadezco.

    A la larga perdes el miedo a sentir la proximidad de uno de estos carroñeros. Ahi es cuando sabes que vos sos mas cazador que ellos.

    Happy Hunting, Sebastian.

    Salu2..Tin

    ResponderEliminar
  2. Uno en algún momento de su vida se va a encontrar con gente así de repulsiva, en la calle, o hasta dentro de su propia casa. Buenísima la entrada, Matt.

    ResponderEliminar
  3. No creo que la gente pueda ser catalogada por como se vea, la verdad, será que soy de esos que si los ves por la calle no te le acercarías ni a palos, pero me basta con abrir la boca para cerrar un par que se abren gratuitamente. Así las cosas uno siempre llega a un punto que se acostumbra a la mala onda familiar reinante, generalmente debo decir a su favor que soy yo el que la trae, es muy difícil para mi salir a la calle ver las cosas que veo y no venir con ganas de destruirlo todo, vaya uno a saber porque no podemos ser perfectos.

    Saludos!

    jlg

    ResponderEliminar
  4. Será que tenemos que oler cosas peores para que nuestras propias paredes huelan mejor?
    Comparto con el señor de arriba que no esta bueno catalogar a gente por su aspecto, pero sin dudas hay gente que la miras mas de cerca y despejas dudas de lo que venias pensando.
    Espero que no vuelva a cruzarse con el pelado.

    ResponderEliminar
  5. Joe y Su:
    Suelo catalogar para mis adentros lo que pienso de los demás, soy muy prejuicioso cuando hablo solo... cuando pienso. Pero no tengo problemas en decirlo en voz alta, para afuera, cuando me llevé una idea equivocada de alguien que se involucra conmigo. De hecho, a mis amigos los conocí así, redimiendo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  6. Seguro te cagaste todo cuando se levanto el gordo

    ResponderEliminar
  7. Si le hubieras dicho al pelado: q mirás pelotudo? Probablemente se hubiera ido a la mierda. Pero no te preocupes, muchas veces lo q pensamos no lo decimos, en muchos aspectos de la vida.
    Asi q lo bueno de esta situación fué el lindo abrazo con tu mom. A mi a veces me pasa con mi hijo q descutimos por algo y después el abrazo es inminente. Esos momentos, efímeros,pequeños, sentidos, son maravillosos.

    Beso!

    ResponderEliminar

Alguna sugerencia, puteada o halago es bienvenida !